En mi búsqueda del instrumento ideal para la improvisación, he acabado reduciendo mis criterios a la cuestión: “¿cómo encontrar la próxima nota?” Dado que las melodías son estructuras de intervalos, independientemente de la tonalidad en que se encuentran, el instrumento ideal tendría que ofrecer una representación mental transparente e intuitiva de dichos intervalos. La guitarra y el violín consiguen satisfacer casi completamente esta condición, pero tienen un inconveniente: que los dedos adquieren rutinas muy fácilmente. Hallándose a una distancia de un brazo, desde el cerebro, los dedos tienden a exigir autonomía y están genéticamente programados para desarrollar hábitos y rutinas. Eso es muy útil cuando se trata de atarse los cordones de los zapatos, pero cuando tienes que seguir los giros imprevisibles de tu inspiración, surge el conflicto. Las ideas se bloquean y se seca el caudal. Los clichés se suceden y la frustración está a la vuelta de la esquina. ¡Hablo por experiencia propia!
¿Cuáles son las escalas del jazz? Pues ¡todas!
Una historia apócrifa del mundo del jazz cuenta que el Charlie Parker adolescente fue expulsado de un club neoyorquino porque sólo podía tocar los blues en una sola tonalidad. Herido por el desaire, volvió a casa y trabajó los blues en cada una de las doce tonalidades para luego volver y eclipsar a toda su generación. Desde entonces, ha sido tácitamente considerado que cualquiera que pretenda ser un intérprete del jazz debe poder tocar con total fluidez en cualquier tonalidad. Con la llegada de compositores como Thelonious Monk, Wayne Shorter, Benny Golson y John Coltrane, el repertorio del jazz empezó a enriquecerse con piezas que recorren varias tonalidades en el espacio de pocos compases. Hoy en día es difícil ser aceptado en una escuela de jazz reconocida sin un nivel de fluidez en todas las tonalidades. La pieza “Giant Steps” de Coltrane, que pasa por las escalas de Mi bemol, Sol y Si mayor, hasta llegó a ser una especie de prueba de entrada a la fraternidad del jazz. Pues bien, la flauta de Pan afinada en tonos enteros resulta ser el instrumento ideal para tocar ese tema por oído, ya que las tres tonalidades se pueden tocar sobre el mismo patrón de recorrido escalístico.
Leyenda: Charlie Parker hizo maravillas tocando música del siglo XX sobre un instrumento del siglo XIX. ¿Qué no habría podido hacer con un instrumento del siglo XXI?
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